Desde que descubrí el teatro hace 5 años, no me he soltado de su mano. Comencé para perder el miedo escénico y la timidez. Pero una vez te subes al escenario, juegas y vives otras vidas, te enganchas. Hace 5 años comencé a conocer gente maravillosa, de las que muchas y muchos, puedo llamar amigos. Personas que se vuelven importantes, que necesitas mantener en tu vida, porque sin duda la mejoran. Hoy quiero dedicar esta entrada a una de esas personas, que llegaron a mi vida para quedarse para siempre. Mi amigo Jaime. Una persona que al principio parecía tímido y serio, pero que luego descubrimos el grupo y yo era pura vida y risa. Siempre estaba riendo, se subía al escenario y daba lo mejor de el. Hoy hace dos años que se marchó, dos años en los que mis amigos y yo, lo echamos de menos. Aunque siempre lo recuerdo con una sonrisa, por ejemplo cuando hacía cualquier improvisación y al bajar me decía riéndose, "Desi, tienes cada ocurrencia". O cuando Dani estaba pesadito con Trump y le daba cogotazos, nosotros le decíamos Jaime, dale más fuerte, haber si se le quita la tontería. En la boda de Raúl, donde lo pasamos tan bien. O en la última comida en la que nos reunimos todos, que no dejó de bailar y disfrutar. Siempre tenia una buena cara, aunque lo estuviese pasando mal. Nos hacía reír y nos daba su cariño. Yo lo echo mucho de menos,aún miro en el patio de butacas,y aunque no esté, está.
Como dice Antonio Orozco, "Jamás, lo vi
Mirar al miedo con tanto coraje, jamás
Ganar una partida tan salvaje, y yo
Aún llevo tus consuelos de equipaje ".
Amigo,que bonito haberte tenido en mi vida y poder aprender de ti. Nos volveremos a ver cuando caiga el telón.
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